Intervención realizada en la Fundación Entredos en Madrid en junio de 2006 y que salió publicada en Duoda, Estudios de la Diferencia Sexual, nº 35 en el 2008.
Certezas e incertidumbres en mi trabajo en una Casa de Acogida para Mujeres víctimas de la violencia masculina.
Lo que ahora quiero compartir aquí, surge de mis conversaciones con Ana Mañeru. Con ella mi grito se fue convirtiendo, como ella dice, en una salida hacia arriba. En junio de 2006 ya lo compartí en Entredós, movida por el deseo de expresar mi agradecimiento por lo que se me daba generosamente allí y, ahora, Milagros Rivera Garretas me ha animado a hacerlo en Duoda y también quiero darle las gracias.
En el seminario de Duoda de 2003, Anna Gómez Mundo habló de su experiencia laboral. Sus palabras, las de Milagros Rivera Garretas y las de Lía Cigarini me dejaron ver la grandeza, y más femenino, en lo que había hecho en relación en los 14 años de trabajo como técnica de cultura y deporte en un pequeño ayuntamiento, que abandoné después para trabajar en mi puesto actual, la Casa de Acogida. La apuesta estaba en el abandono del empeño en el cumplimiento de lo que se me había prometido: la mejora económica, etc. Esta espera ponía en riesgo mi bienestar personal y perdía valor y sentido lo que había hecho en ese tejer con otras: las 34 escuelas municipales, más de 500 personas participando, 85% mujeres, (posteriormente el proyecto fue evaluado por la Universidad de Santiago y por él me habilitaron como Educadora Social). Lo políticamente correcto nos impedía ver ese "más femenino de lo hecho en relación".
La salida de este trabajo suponía terminar con una situación que me enfermaba y también el dolor de dejar lo hecho en relación. Me ocurría lo que a las mujeres que llegan a la Casa , lo hacen por necesidad y con el dolor de dejar lo hecho. En esta necesidad llegué a la Casa de Acogida el 2 de enero de 2004, en turno de noche. No olvidaré el impacto. Me serenó pensar en el hacer de una madre que ordena, arregla, cuida e intenta poner medida y sentido civilizando el lugar.
Guiada por esta certeza y en este hacer, que se alimenta en la relación política con otras mujeres a quienes reconozco autoridad, en Duoda y Entredós, relación en la que encuentro confirmación a mis intuiciones y apertura a mis incertidumbres. Así empezó a circular optimismo, ilusión y alguna risa. Era la “circulación del deseo (1) de la Concejala, algunas compañeras y el mío: reorganizar la concejalía, una programación guiada por el valor y reconocimiento de lo femenino, la atención cuidada de las mujeres de la Casa , el Centro de Información un lugar abierto, lleno de vida y en relación. En este ambiente sale adelante la celebración del 8 de marzo de 2004: con Juana Castro, una mujer con sentido libre de si y valiosa por su obra poética que desde su grandeza habló de Julia Uceda, premio nacional de poesía, que vive en la misma ciudad donde trabajo. Fue un 8 de marzo sin miseria, algunas mujeres dijeron: “está bien celebrarlo así,… siempre se habla de tristezas, dificultades…” Milagros Rivera Garretas dice: “la transformación se da cuando el sentido del lugar al que se ha llegado se deja dar y transformar por la experiencia y por los deseos de quienes acaban de llegar”. (2)
Pero el lugar no se dejó dar. En el Seminario de Duoda de 2003 Milagros dijo: “se paga más a quien está más lejos de la madre, porque sirve mejor al Estado”. En abril de 2005, la administrativa de la Concejalía tuvo una baja por crisis de ansiedad hasta enero 2007. En octubre 2005, me informaron de que querían amortizar mi plaza, en diciembre quedó paralizada por la intervención de las concejalas de la oposición. En enero 2006, el alcalde pidió a su Concejala que abandonara su cargo porque necesitaba un arquitecto en su equipo. Le ofrece entonces quedarse como asesora personal, pero ella no aceptó y abandonó esa política.
En esta certeza/incertidumbre Ana Mañeru respondía así a mi pregunta sobre como hizo en su forzada salida del Instituto de la Mujer en 2003, tan digna y para mi modélica: “Creo que lo más importante, más que lo que pasa fuera, es desatar los nudos interiores que llevamos dentro que no nos dejan soltarnos del "mal" de la confrontación, de lo que no depende de ti. Estar en ti y discernir cada vez lo que te toca hacer (o no hacer) en primera persona, es lo más difícil, la puerta estrecha, pero el único camino de la fidelidad a ti misma, de la transformación propia que es lo que transforma el mundo, aunque a veces, cueste creerlo… si tú no logras estar en paz nada irá bien. Sin embargo, si logras no perder tu centro, con todas las limitaciones que cada una tiene, exteriores e interiores, habrá siempre algo que sale bien. Pero hace falta creerlo para dejarte guiar algo por la pasividad que no es renuncia a lo que quieres ni resignación sino aceptación de los límites y de nuestra finitud, que es a la vez reconocimiento de tu grandeza. Como ves es una paradoja, pero como dijo María Zambrano, la vida se nutre de paradojas".
Mi puerta estrecha estaba en discernir lo que me toca o no me toca hacer. Clara Jourdan, decía en marzo 2006, en Entredós, “si no lo hago yo, no lo va a hacer nadie…” La incertidumbre estaba en que mi hacer en mi lugar de la necesidad, me ponía en riesgo, porque el lugar no se dejaba dar y porque me podía el dolor de estar en la primera fila de lo más cutre de lo masculino, me dolía: las dificultades de las mujeres, las carencias en su atención, las mentiras y complicidades de lo políticamente correcto, y la vivencia de abandono de las mujeres que podrían y no permitían las pequeñas mejoras… Me daba cuenta de que no sé estar sin ponerme entera, hacerlo es estar en paz conmigo.
Hacía años yo había dicho que también era una mujer maltratada. ¡Lo vivido en estos tres años en la Casa lo han hecho tan real! Me reconozco en ellas: en su deseo, a veces trágico, de mantener la relación; en su querer civilizar su lugar; en el si no le cuido yo, quien lo va a hacer y en la vulnerabilidad de esta apertura. Me doy cuenta de que a mí, a ellas, a veces nos falta la medida, el sentido de sí en la relación y el ponernos a salvo. No nos damos cuenta del riesgo que corremos cuando lo otro no se deje dar, porque no todos los otros son de fiar. Ellas quieren llenar el vacío de lo que él no pone en la relación, yo quiero llenar el vacío de la precariedad institucional, de su ideología de techo, comida y parches. Ellas esperan -y yo espero- a que cambie, o creo, igual que ellas, que yo lo voy a cambiar, o me agarro al más mínimo gesto pensando que ya se va a arreglar. Ellas le han dado crédito a él, que no está a su altura en la relación, yo también, en mí esperar el reconocimiento de lo políticamente correcto, en el primer trabajo, y, ahora, en el esperar algo de los derechos, de los protocolos…
Y así, en la complicidad y en el reconocimiento de su/mi grandeza, desde la dignidad y respeto, con mis nudos e incertidumbres, he estado en relación, en ese día a día, cuidando la acogida de las mujeres en su llegada, acompañando con la escucha atenta y respetuosa de su dolor, en el intento de desliar la pena. Así, entre el dolor, la desesperanza, la culpa, la amargura, sacar fuera la ira que hace daño, encontrar el hilillo del sentido de lo vivido, las ganas de vivir, el deseo de cuidarse, que siempre hay o ha habido en su vida, para que, tirando de él, (de algo ya vivido) vaya llegando el gusto por vivir, la ilusión para salir adelante. Así, entre lágrimas, hubo risas, complicidades, agradecimientos mutuos y miradas grandes cuando se iban.
En este proceso ha sido alivio grande lo que se me da en la relación con otras: Ana Mañeru, me ayuda a no perderme, a saber ver que mi hacer está en relación con esa cadena sin fin de haceres, de saberes grandes: mi madre, las otras –las nombradas y vosotras- y yo. Y me es posible, aún en incertidumbre, la paz conmigo, porque mi hacer es un hacer libre con sentido y origen. Ana me lo dijo en mi cumple de una forma muy bella.
Contigo está la gracia
y no habrá viento
ni fuego ni lluvia
que te alcancen.
Contigo está la paz
y no habrá guerra
ni batalla ni discordia
que te aplasten.
Contigo está el amor
y no habrá miedo
ni soledad ni duelo
que, de ti, puedan adueñarse.
Llevo veinte años en la Administración Local en diferentes espacios y me doy cuenta de que la práctica política de la igualdad, lo políticamente correcto, ha sido riesgo y enfermedad para mí porque creía tener derechos. Di crédito al discurso dado y esto fue doloroso y enfermizo, esperé que la incorporación de las mujeres a los llamados puestos de responsabilidad facilitara el cambio y que hubiera un compromiso para mejorar realmente nuestras vidas. Comprobé el riesgo de ello porque su respuesta a mí participar significando libremente mi ser mujer, fue que en su práctica política únicamente cabía la incorporación, la igualación a lo masculino. Su incorporación resultó ser un hacer carrera con la miseria de lo que dice somos el patriarcado. En tres ocasiones importantes en mi vida laboral, consulté con diferentes sindicatos: era legal lo que planteaba, pero dependía siempre de “SU” voluntad política de hacerlo. Para mí ha sido locura lo políticamente correcto de las celebraciones de los 8 de marzo, con un discurso sobre la situación laboral de las mujeres mientras ellas, desde su cargo, perpetuaban la precariedad laboral de las que estábamos en sus servicios. Los 25 de noviembre, con su discurso contra la violencia, mientras ellas no ven la violencia en sus departamentos organizados por relaciones de poder. Es violencia lo políticamente correcto: los planes de igualdad clónicos, con actividades clónicas realizados por empresas pretendidamente neutras. Los Centros de Información a la Mujer como lugares burocráticos de gestión de parches para el "alivio" en la violencia masculina contra las mujeres. Las Casas Acogida, su existencia, es participar en complicidad en la incuestionabilidad de la brutalidad masculina y supone añadir violencia institucionalizada a las mujeres que ingresan (3) Es violencia que él permanezca en su entorno y ella la que tenga que salir con o sin hijas e hijos y llegar a un lugar donde la discreción, puede ser abandono, donde van a ser observadas, evaluadas y se pueden tomar decisiones importantes sobre sus vidas y las de sus hijas e hijos…
Mi propuesta política sin renunciar al origen es crear Servicios “vivos” gestionados desde la política del deseo: mujeres que quieren trabajar con mujeres, que aman lo que hacen, en un reparto de competencias teniendo en cuenta capacidades y talentos personales, coordinados desde la relación de autoridad, respeto, solidaridad y disparidad. Que lo que se haga sea desde la dignidad y el respeto por lo que se es, en la atenta escucha de qué desean las mujeres. Una Casa de las Mujeres que sea un espacio vivo, gestionado desde la política del deseo. Allí se proporcionarían los servicios de atención de las mujeres que ahora van a las Casas de Acogida, cuidando la atención de las mujeres en su entorno. De este modo, una vez que la mujer presentara la denuncia, entrarían en funcionamiento dos vías de atención: una a domicilio y otra en
Para mí es salud mental, vivir la pertenencia, la confirmación y el sentido que me viene de este reconocimiento de autoridad a otra. Es la mediación necesaria para que mi deseo encuentre salida y esto me ha ayudado a no quebrarme por dentro. Y en esta gratitud siento ternura y solidaridad, porque sé y reconozco el sufrimiento de otras mujeres que, al no encontrar salida en su deseo, en ese malestar, se rompen. Sé de una atención psicológica, que más bien es un hacer de notarios, que levantan acta de lo que ven desde la omnipotencia de lo dado, quedando las mujeres perdidas, sin origen, sin esa cobertura saludable para su deseo de hacer en primera persona y sin la mediación necesaria que les permita ser protagonista; dicen entonces que es narcisista, histérica. En esa perversión, prevaricación, en la trampa de focalizar solamente la carencia de lo personal y en la incuestionabilidad de lo dado, hay un hacer cómplice con la organización feroz de lo social en clave masculina. Milagros Rivera Garretas, al comentarle la reprimenda que recibí por utópica, en una reunión con mujeres que ocupaban altos cargos, y cuyo argumento era que lo que dijéramos iba a ser recogido en acta, me dijo que esto me daba medida, era expresión de mi libertad femenina. Yo salí de esa reunión desconcertada, y la verdad es que recordé a Teresa de Jesús, cuando al salir de Ávila en un alto se sacudió las zapatillas y dijo algo así como, de "aquí ni el polvo". ¿No habría que correr la voz de que si no tenemos cabida en lo políticamente correcto es que estamos más sanas?
Yo deseo trabajar amando lo que hago, en el respeto, la dignidad por lo que soy. Libre de lo políticamente correcto, de lo añejo del patriarcado, en el aprendizaje y la práctica de la disparidad, de la diferencia, porque para mí la igualdad es locura por inalcanzable. (4)
Mi gratitud por su generosidad a Ana Mañeru, a Entredós y ahora a María-Milagros Rivera Garretas y a Duoda.
Ferrol junio 2006.
Nota:
En julio de 2007 la Concejala de Mujer Sari Alabau Albors consigue mi traslado de la Casa de Acogida a la Concejalía y abrimos en noviembre de 2008 la CASA de la MUJER, donde ejercí como técnica encargada de la programación de actividades hasta septiembre de 2010, fecha en la que me jubilé. Quiero expresar mi agradecimiento a Sari Alabau Albors porque este trabajo me permitió cerrar mi etapa laboral de la forma más dulce y gratificante, comprobando una vez más que "en relación y reconociendo autoridad a otras" es una amorosa manera de "cambiar el mundo", que solo sucede entre mujeres.
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(1) Lía Cigarini: “La política del deseo”, Barcelona, Icaria, 1996
(2) María-Milagros Rivera Garretas: La Diferencia sexual en la historia. Valencia, Publicaciones Universitarias de la Universidad de Valencia. 2006
(3) Duoda: “Algunas consideraciones en torno al Anteproyecto de Ley Orgánica Integral de medidas contar la violencia ejercida sobre las mujeres”
(4) María-Milagros Rivera Garretas “¿Trabajar por el gusto de estar en relación?” Duoda 25, (2003).
Nota para mi presentación al final de la Revista Duoda , nº 35
Las mujeres y su luz en mi vida
No se si por el hecho de haber venido a este mundo en plena noche y a la luz de un carburo, ayudada por la comadrona que atendía a mi madre, el 1 noviembre de 1945 en San Lorenzo de El Escorial (Madrid), tiene relación con la luz que me ha aportado en mi vida la relación con las mujeres. Mi adolescencia se llenó de felicidad con planes de convento de la mano de Teresa de Lisieux, los versos de San Juan de la Cruz y el Cantar de los Cantares. El Vaticano II me puso en la fábrica, en la universidad y en un amor, y salí del “entre mujeres”, comencé el camino de querer ser reconocida por los “otros” como políticamente correcta. En el 83 fui concejala en un pequeño ayuntamiento. En el 85 fui madre, tengo una hija, esta relación me ayudó a ver lo que gratis y por amor me había dado mi madre y pude recibir su legado: el gusto por la vida. Ser madre fue como “volver” a donde siempre había estado, pero por la puerta grande, al “entre mujeres”. En el 86, Deme Alonso, me alumbró nuevamente: me puso en las manos a Luce Irigaray, de nuevo era como volver a “casa” con gusto... y abandoné el esfuerzo de “entenderles”… fue un auténtico alivio. Después otras mujeres: Victoria Sau, Anna María Piussi, “mis italianas” de la Librería de Mujeres de Millán. Así en el 88 con otras, puse en marcha una Escuela de Mujeres, quería trabajar amando lo que hacía, formación y autoconocimiento personal para mujeres. Al mismo tiempo en el 90 llegué a la Administración Local como técnica de animación sociocultural a un pequeño ayuntamiento. Y Duoda: María-Milagros Rivera Garretas, Luisa Muraro, Lía Cigarini y Entredós en Madrid: el reencuentro con Ana Mañeru. Desde el 2004 trabajo en otro ayuntamiento en la Casa de Acogida para mujeres maltratadas y en la actualidad espero incorporarme a la Concejalía de Mujer. A mis 61 años, reconozco públicamente, que los acontecimientos más importantes de mi vida han estado y están iluminados por la relación con otras mujeres, por ello siento una enorme gratitud hacia todas ellas.
Que inmensa alegría me he llevado, cuando María Bores me envió un mensaje con el enlace de tu blog. Te hecho de menos, mucho, quizá más de lo que esperaba.
ResponderEliminarTe "abandoné un poco, quizá por ese miedo a tu ausencia o quizá por mis miedos a los cambios.
Desde noviembre del año pasado ha habido muchos, a nivel personal y laboral, que han supuesto un aprendizaje fabuloso para que poco a poco me " reconcilie con mi cuerpo, mi casa dorada".
Cuando te conocí, no sabía que el tiempo sería tan importante, sí, porque quizá no he tenido la oportunidad de "aprovecharme" más de tí como persona y como mujer.
Pero si quiero decirte que mi relación contigo me abrío puertas hacía mi interior, ese interior de mujer, dormido entre las sábanas de los miedos, las creencias y las culpas. Contigo aprendía a hacerme cargo de mí, como mujer. Toda una aventura de reencuentro fabulosa.
Deseo que ahora que ya sé donde estás no perderé el contacto contigo.
Desde este corazón agradecido por tu esfuerzo, tu trabajo, tus sonrisas y tu alegría te envió un saludo.
Sentí no estar con todas este año en el Jofre,pero estaba con mi padre en Coruña, operado. De todas formas intente que mi corazón se escapará un ratito.
Un abrazo muy fuerte y un besote.
Otro día seguro que hablaremos más desde mi blog, porque te seguiré a través de el.